Desde mi trinchera liberal: liberaz a laz del Chaz. Firmado, Z.

Afortunadamente para las cuatro azafatas españolas recientemente liberadas, Sarkozy estaba allí. De haber dependido su futuro de la batalla diplomática librada por Zapatero, aún estarían entre cucarachas, orines e interrogatorios sin garantías. A su llegada al aeropuerto de Torrejón, las cuatro azafatas dispensaron un efusivo abrazo a Sarkozy, en contraste con el formalista saludo que dirigieron a Zapatero y a su fiel escudero Moratinos de la panza. Dejaron a Zapatero a media zancada abrazando el aire frío de la sierra madrileña.

Zapatero buscaba incrustarse en la foto del éxito aunque fuera a codazos. Nada tuvo que ver en el desenlace feliz de esta aventura, fruto exclusivo del esfuerzo diplomático, veloz y enérgico, de Sarkozy, quien, finalmente, cedió a Zapatero las migajas de su ovacionada puesta en escena. Tuvo más de humillación que de sincera corresponsabilización.

Decía Bertrand Russell que lo más difícil de aprender en la vida es qué puente hay que cruzar y qué puente hay que quemar. Mientras Zapatero sigue en su sofista ensoñación de tender el puente de las "civilizaciones", menage a trois con foto inculida del turco, el iraní y el español, engendro de dictadorzuelos y majaras, ha tenido que ser el presidente francés el que nos trajera de vuelta a las chicas, dejando en evidencia a Zapatero y a un Moratinos en siesta y pijama permanente.

José María Aznar ha declarado que se siente humillado, como español, por la pésima actuación del gobierno español en la crisis del Chad. Yo voy más lejos: hoy me duele España, una postal de silencio y llanto que se quiere romper, acosar, hundir, humillar, discutir, cuestionar, exiliar. Lo dijo el poeta:

Hoy me duele España,

madrepatria grande y generosa.

Tu que cobijas a los extraños,

dandoles pan, fé, vino y rosas…
¡Ay, como me duele España!