Monday, December 24, 2007


Navidad.

Quizá para darnos una de las primeras lecciones, Dios fue a nacer entre adoquines, pisadas de gente sencilla y abrigo de portal. Como para decirnos: mi hogar es José. Mi hogar es María. Mi hogar sois vosotros, mis hermanos. Todo lo demás está bien, pero no me es necesario. Un niño necesita principalmente amor, espera ilusionada. calor humano, hogares de piedras vivas. Y el Niño Dios, igual en todo a nosotros, no fue la excepción.

Tira con lo puesto que mañana será otro día. Ya saldrás, José, a ganarte el pan de los tuyos. Y traerás al Niño pan, chocolate y la merienda para sus amigos cuando tu Jesús vaya creciendo, entre brincos, juegos, risas, adivinanzas, moratones al saltar las vallas, coscorrones y picardías. Traerás aquel peluche para que el Niño lo muerda y ría. Una sonrisa que cruza el mundo de esquina a esquina, que se abre a todos los corazones. Una sonrisa que se pierde en el infinito, donde tus ojos de hombre no alcanzan. Sólo intuyen.

No puedes entenderlo José. Nadie puede entender este misterio de amor con mayúsculas. Tienes a Dios entre tus brazos. Es la omnipotencia pero necesita que le ayudes a sacar el piececito cuando se le atasca entre los barrotes de la cuna. Es la salud de todos los hombres y le oyes llorar de noche por molestias y no sabes qué le duele, ni qué darle en tu desvelo que le calme. Es la Palabra y balbucea. La luz, y sus ojos de recién nacido no la resisten. Puede caminar sobre las aguas pero tienes que llevarlo a hombros para cruzar ese charco de la calle. Domina la tempestad con su voz, pero corre ahora a refugiarse entre tus brazos porque un trueno le ha asustado. Le debes todo a Él, y, sin embargo, tropieza al correr para abrazarte cuando llegas a casa después de trabajo. Viste los lirios del campo, las praderas, el universo de estrellas. Pero hoy se ha puesto la túnica del revés. Y le cambias, y le enseñas. Y sonríes, y lloras. El Cielo te está besando.

Es Nochebuena. María canta a su Niño una canción de cuna. El latido de tu corazón de madre le tranquiliza en su primera noche fuera de tus entrañas. Tu vientre es el primer Sagrario. ¿Cómo no ibas a ser nuestro mejor refugio, Madre? Si ha nacido por nosotros, pecadores. Si mientras contemplas su carita cuando duerme nos estás viendo a todos. No te merecemos pero te necesitamos.

1 comment:

Patricia said...

Hola, me gustó mucho lo que publicaste en ocasión de la Navidad, como asi también algunos otros post que estuve leyendo.
Te invito a visitar mi blog http://semillasalviento.blogspot.com y, si deseas, dejar allí algún comentario si es que lo publicado te bendice de alguna forma. Cordialmente, Patricia.