Thursday, July 24, 2008


Desde mi trinchera liberal: marchando una de cosméticos.

Como pura cosmetíca, estilismo a lo sociata, se puede definir el anuncio de la miembra de Vivienda Beatriz Corredor, que va a poner encima de la mesa 300 millones de euros para comprar suelo y construir viviendas de protección oficial.

A precios de mercado, 300 millones de euros darán para construir la impactante cifra de...3000 viviendas. Mucho bombo y poca música, cuando estamos hablando de un sector que tiene una deuda de 300.000 millones de euros, y eso sí que es de impacto. El gobierno pretende apagar el incendio de Roma con una pistolita de agua. Zapatero al rescate.

Además, el proyecto de Corredor tiene una cantidad de puntos oscuros, por no decir agujeros negros, francamente difíciles de resolver, si es que acaso se puede. ¿Con qué criterios se van a comprar los suelos? y, ¿a qué empresa? ¿Lo harán por subasteo? ¿Se premiará a la mejor oferta, aunque normalmente no coincida con presentada por la empresa más necesitada? ¿Comprará el Sepes suelo urbanizable, y cuyo precio es por tanto más alto? ¿Cómo sacará el ministerio el suelo al mercado otra vez? ¿Cómo repercutirá esto en el precio final? Son interrogantes que la ministra no aclara, porque tampoco son necesarios para salir de momento en la foto e ir sembrando titulares de diesño. Algo a lo que lamentablemente este gobierno es demasiado aficionado.

Este tipo de subvenciones,limosneras, arbitrarias e intervencionistas, crean, además, un fuerte sentimiento de agravio comparativo y corporativo. ¿Por qué se ayuda a estas empresas y no al restaurante que nutría de menús a los paletas y que ahora tiene que cerrar? ¿O es qué no tiene derechos a recibir ayuda aquel empresario que decía que habiá pasado de vender 200 puertas a vender 3? O aquí jugamos todos o rompemos la baraja, y la realidad es que no hay cartas para todos.

Mi opinión, de todas formas, es contraria a cualquier tipo de intervencionismo del gobierno en el mercado que viole las leyes del libre mercado. El gobierno no puede salir al rescate de quien en una noche de borrachera ha cargado su visa más de lo asumible. Si socializamos las pérdidas, las empresas tendrían que haber socializado también los beneficios cuando la burbuja se llevaba por delante la calculadora y la prudencia. El mercado necesita limpiarse, y el gobierno no debe intervenir en esto. Si quiere ayudar, que rebaje los impuestos, desmantele tanto aparato gubernamental inútil, o inútila, agilice los trámites escandalosamente altos que requiere un empresario para montar una empresa en España, o se dedique a mejorar la educación de los alumnos en España. Menos moldes tipo educación para la ciudadanía y más educación de calidad y libre. Por lo demás, la empresa española tiene que aprender a lamerse sus heridas sin buscar la tutela del gobierno de turno. Sólo así se fomentará la verdadera responsabilidad.

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