Monday, October 22, 2007


El dolor humano.


Hoy por casualidad me he encontrado con un amigo, destrozado por el dolor. Su madre acababa de morir. Mi amigo es sacerdote, y estaba llorando. Dicen que la casualidad ocurre cuando Dios no quiere firmar. No era así este caso. Llevaba su firma. Nos hemos abrazado los dos. Necesitaba el calor humano, el de su gente. Algo ayuda.


Me ha venido a la mente la imagen de Mario Conde, sin glamour, flaco en su dolor, comido por dentro, sonámbulo. "Nunca voy a recuperarla...hasta que volvamos a vernos en el Cielo". Son sus propias palabras. ¡Qué hondura nos da el dolor!


Hay algún insensato que dice que ni las lágrimas ni las risas son de Dios. Quizá nos hablan de una religión sin entrañas, como de invernadero. Una religión de estatuas, fríos teclados y brindis con agua mineral. Brillantes hojas de servicio.


Sin embargo, lo humano no ensucia. Dios mismo asumió lo humano, aún lo más trivial. Santificó el llanto, la risa, la brasa y el pez, las meriendas con amigos entre bromas. Santificó el consuelo, el abrazo, los niños sobre las rodillas, los relojes que se paran. La sed, el miedo, la angustia, el sueño. El calor de hogar, las cunas, los fogones de la cocina. La soledad, el desierto de cada uno. Santificó las manos heridas por el trabajo, los ojos cansados, una puerta bien hecha. En algún lugar, alguna vez, alguien se sentó en un taburete hecho por...¡Dios mismo!. No acabamos de enterarnos...

1 comment:

Andrea said...

Dale mucho apoyo a tu amigo.