Saturday, October 20, 2007


Son mis hermanos.




Quizá porque soy un padre algo despistado, siempre con prisas, o quizá porque mi hijo pequeño sea de un derroche de actividad, todos los días me pierde algún calcetín. La secuencia es la siguiente: Va sentado en el carrito, se pone hecho un boliche, levanta las piernas, tira del calcetín con sus deditos, lo saca, lo chupa, lo muerde, lo retuerce, y, cuando se cansa, lo tira por la borda, hecho un higo. Así que no ganamos para calcetines.




Sin embargo, casi siempre hay un ciudadano amable, un hermano anónimo, que corre detrás mio. Disculpe, su calcetín. El niño lo ha tirado. Les doy las gracias y normalmente aprovecho para encomendarles en ese preciso momento. A veces, me olvido de hacerlo, y tengo que volver sobre mis pasos al final de la jornada para tener un recuerdo de ese hermano mío anónimo. Y le encomiendo entonces. Siempre pienso lo mismo: la gente, en su inmensa mayoría, es buena, que recoge, aún sin saberlo. No es ingenuidad. Todos sentimos el zarpazo del mal. Lo reconocemos, en bastantes ocasiones, como propio además.Pero no es suya la última palabra, ni es el principal discurso. No es el hilo argumental, o, al menos no debería serlo.




¿Qué es encomendar? Es simplemente desear la felicidad. Que seas feliz. Y así se lo pido a Dios. Que sean suyas las pinceladas, El es el artista. Encomendar es bajar el cielo al mundo, o llevar el mundo más allá de las estrellas. Es juntarlos en un mismo horizonte. Hay quien piensa que la religión es fría, aislante, alienante y amarga. La religión, dicen, es como el invierno del alma. Que supone trabas, cadenas, traumas, prejuicios y fobias. Blandenguería y obligaciones rutinarias. Sermoneo interminable, cuentas de viejas, niños vestidos de almirantes. Sacristías con olor a rancio,pesado discurso del miedo. Y así van abandonando. No hay nada que me atraiga en eso, no me busques allí,es lo que bastantes afirman. Ven un rostro deformado y grotesco. Insultante. Y sin embargo, no hay mayor ternura que la de Dios. No hay mayor calor, mayor alegría, mano más fuerte y poderosa. No hay música más potente. Nadie hay ni habrá que te busque como Él.

1 comment:

cartapacio.liberal said...

Es muy bueno, enhorabuena. frid