Saturday, September 08, 2007


Desde mi trinchera liberal: Un cura despistado.


Ha saltado a la opinión pública el caso de un sacerdote italiano que ha reconocido una larga relación sentimental con una mujer. La noticia ha encontrado, como es habitual, amplia excitación mediática en medios que consideran a la Iglesia una pieza a batir. Es una polémica de corto recorrido. La mayoría de los sacerdotes viven-y seguirán viviendo- de modo heroico su celibato. A Dios gracias.


Personalmente, este tipo de deslices me mueven más a la comprensión que a la crítica escandalizada. También la carne de un cura es débil. La única fortaleza es prestada. Democráticamente dada a quien la solicita. Me produce mucho más desasosiego el hecho de que este sacerdote intente justificar su actuación, tocando arteramente la fibra sensible de la opinión pública, e inventando una nueva moral de conveniencia, ad hoc.


En este sentido, este sacerdote, que no ha mostrado el menor arrepentimiento por su actuación, y que ha manifestado su intención de irse a vivir con su querida, ha declarado que el enamoramiento humano es una experiencia por la que deberían pasar todos los curas. Es un intento burdo de autojustificación. Una postura que puede ser cómoda ainicialmente, pero de resultado devastador. Su signo es la ceguera espiritual. La obstinación en el error. Un mal bagaje.


¿Acaso los sacerdotes que viven su celibaro no están enamorados, humana y sobrenaturalmente enamorados? ¿No tienen su corazón atado al de Dios? ¿No le pueden decir a Jesucristo quiero quererte o morir? Para justificar sus desmanes, búsquese otra excusa. Esa suena a pretexto de diablo cojuelo.

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