Wednesday, April 23, 2008
Desde mi trinchera liberal: Una economía Subprime.
El dato produce agobio sólo de pensarlo: Constructoras e inmobiliarias españolas deben tres veces lo que tienen. Y ojo que estamos hablando de las cotizadas, la punta del iceberg. Nosotros no tenemos una crisis de hipotecas subprime, nos dicen con sonrisa tranquilizadora, y tienen parte de razón. Porque lo que tenemos es algo mucho más grave: un problema de economía subprime. De basura.
Hace falta demasiada ingenuidad. esa perversión del optimismo, para creer que el endeudamiento insostenible que sufre España, y que afecta a familias y a empresas, no va a acabar emborronando los libros de balances de nuestros bancos y cajas.
Los bancos van a tener que cocinar como puedan un guiso demasiado complejo. Aumento de morosidad, financiaciones alocadas, ralentización económica y sequía crediticia. España es el segundo importador de capitales del mundo, con amortización a corto plazo, mientras que obtiene su liquidez básicamente de las hipotecas, que se amortizan a largo plazo. Si es que se acaban amortizando y los bancos no se convierten en las nuevas agencias inmobiliarias. Es el momento de los fondos buitre y oportunistas, vehículos que invierten en empresas, activos inmobiliarios o deuda con problemas. A mayor riesgo, mayor rentabilidad, una cerilla que se va pasando de mano en mano hasta que alguien se la quema.
¿A qué clavo ardiendo nos podemos agarrar? ¿A la exportación? Ni hablar. La balanza comercial no hace más que ahondar en su desiquilibrio. Decía aquel gran empresario vasco, Luis Olarra, que la clave económica de un país era exportar, exportar y exportar. Lo demás, decía, son puñetas. Exportar, y exportar a precio que no sea de granel, sigue siendo una de nuestras asignaturas pendientes. Y seguimos repitiendo curso.
Vamos con la imagen de la marca. Si damos una vuelta por cualquier aeropuerto de Europa, no digamos de otras latitudes, nos damos cuenta del déficit de marca que tienen los productos españoles. El made in Spain vende muy poco y se vende muy mal. Sólo nos luce el sol y la sangría en tetrabrick, para consumo de una clase turística de nivel bajo. Sin novedades.
Nos queda el valor añadido, pero eso es un quimera sin ser punteros en tecnología. Pongo zimplemente un ejemplo. Se pueden contar con los dedos de una mano las empresas de ingeniería españolas que se sitúan entre las cien primeras europeas. Dinamarca, un país casi diez veces más pequeño que España, tiene el doble. Parecido Holanda. No digamos los grandes de Europa. Claro que para nuestro Zapatero vamos a jugar en la champions de la economía europea. Será dando sombra al botijo.
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