Thursday, January 08, 2009


Desde mi trinchera liberal: Putin cierra el grifo.

Aún deben estar oyéndose las carcajadas en Moscú tras el ultimatum que Durao Barroso ha dado a Rusia para que termine su guerra comercial con Ucrania y reaunude el suministro de gas a Europa. Mientras media Europa se queda sin calefacción, hace acopio de estufas y leña, y deja a los niños sin escuela, Durao va de un farol que nadie traga.

Es justo al revés. El ultimatum lo ha puesto encima de la mesa Rusia. Se acabó el gas barato, y a partir de aquí lo que nos espera a los europeos es la soga al cuello de una OPEP gasística. Rusia se limita a poner en valor el sobrecoste de la escasez y el monopolio. No hay alternativas factibles al suministro de gas de Rusia, y eso, nos guste o no, de momento es ventajista para los rusos.

Y esto lo entienden perfectamente también los gobiernos europeos y las empresas más importantes del sector. Una cosa es la política burocrática de cuello blanco y otra muy distinta el hecho de que todos los países de Europa centromeridional han firmado acuerdos bilaterales con Rusia sobre suministro energético. Del mismo modo, los gigantes energéticos europeos, Eni, Enel, Eon, Rwe, Total, todos tienen intereses conjuntos con empresas rusas, cruzan operaciones, participan en gaseoductos o explotan yacimientos conjuntos. Hasta Zapatero quiere poner media pinza energética en manos de los rusos. La realidad es que Europa pone el grito en el cielo pero el euro en Rusia. Y eso que Durao amenaza con incluir a Rusia en la lista negra de socios poco fiables. A buenas horas se desayuna el portugués.

El titular es pues que Francia, Alemania, Italia y Reino Unido siguen negociando acuerdos de asociación con Rusia a pesar del chantaje. Y claro que habrá acuerdo. Unos necesitan comprar y Rusia no sólo vender, sino vender más caro. Lo de Ucrania es simplemente mover un peón de derribo para apoyar a la gran dama blanca y meter presión en la partida, además de un castigo hacia la exrepública soviética. El objetivo es más gas y a precio más alto. Es lo que Rusia necesita en plena crísis financiera y anemia bursátil.

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