Cuentan que el padre de los Solana decía de sus hijos-Javier y Luis-que el uno veía crecer la hierba y otro se la comía. Nunca se ha aclarado a cuál de los dos se refería, pero yo creo que se refería a los dos, alternativamente.
Unas veces se la comía Javier, y otras Luis. De Luis Solana se recuerdan los tiempos en que fue presidente de Telefónica, y que fue cuando los teléfonos cobraban vida propia. Querías llamar a tu madre, y te salía la pescatera. Querías encargar la compra a la pescatera, y te salía tu jefe que besugo lo serás tú, y que ya hablaríamos en su despacho. Por fin, llamabas a la pescatera, y salía tu madre, que se le había olvidado llamar a la pescatera, y que la llamases tú. Yo creo que era una treta de Solana para que tripilicásemos las llamadas. Al final, era más sencillo amaestrar palomas mensajeras. Fueron esos también los tiempos dorados en los que los telefónos emitían extraños raros guturales, algo así como un carraspeo constante. El teléfono se convertió en una caja de sorpresas, de las que Luis Solana conseguía enormes beneficios. Puso en marcha las líneas eróticas. Arruinaba su moral, y la de la sociedad española en general, pero sus bolsillos rebosaban. De Telefónica, Luis Solana pasó a dirigir RTVE. Lo primero que hizo fue cargarse el programa de José Cavero en RNE en la que se hacía referencia a informaciones de otros medios de comunicación. Luego suprimió los debates en televisión y el boxeo. Pero sin duda, el momento más estelar de su dirección en RTVE lo tuvo cuando durante una Retransmisión de las campanadas de Nochevieja, nos dejó a casi todos los españoles con las uvas en el plato. La locutora elegida para tan magno evento, Marisa Naranjo, que confundió los cuartos con las horas, nos lió a todos menos a los duros de oido, que esos empiezan a su libre albedrío. Yo creo que fue el año en el que más españoles lo empezaron cabreados.
Este fue el tapado de la negociación zapateril. Los otros dos negociadores, Javier Moscoso, y Jesús Eguiguren, merecen retrato aparte, y a eso volveremos. Mejor lo hubieran hecho Fofo, Fofito y Milikito.
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