Monday, March 26, 2007


Desde mi trinchera liberal: El discurso del miedo.


Anda la progresía española viendo fantasmas prebélicos, fascismo desfilando por las calles, mucha crispación. Dicen que tienen miedo del discurso del Partido Popular, al que según las encuestas, cada vez se adhieren más españoles.

Ven fantasmas, ven visiones, están obnubilados. Ya empezó Bono la saga. Vio unas agresiones fantasmas que sólo él vio, o sintió, y detuvieron ilegalmente a dos militantes del Partido Popular que pasaban por allí. Luego, ya sabemos la historia, los manifestantes presuntos agresores fantasmas fueron absueltos y los policías que los detuvieron ilegalmente en la cárcel. Es la primera agresión fantasmagórica e inventada de la historia de la joven democracia española. Los socialistas siempre tan originales. Ahora el miedo es el discurso oficial de la izquierda: desde Polanco hasta Conde Pumpido, desde Felipe González hasta Pepino Blanco. Todos tienen miedo, dicen, del PP.

Ahora no temen a ETA, ni a HB, ni a la kale borroka, ni a quienes pretender disgregar España. No, a esos no les temen, a esos les reverencian. El miedo les viene del Partido Popular. Ni siquiera de los militantes de dicho partido. El miedo se lo producen Rajoy y los actuales dirigentes del Partido Popular. La estrategia es clara: quieren que se refunde un nuevo partido de derechas, Polanco dixit, laico, sumiso y blandito. Tipo Gallardón. Ni chicha ni limonada. Haría buena pareja con Zapatero. La falta de escrúpulos, el vacío ideológico, en perfecta simbiosis

El caso es que los socialistas tienen miedo, pero los palos y las agresiones nos lo llevamos los del otro lado de la trinchera. Las víctimas de ETA están siendo vejadas una y otra vez por la izquierda española. Queman nuestras sedes, agreden a nuestros representantes y a su militancia. Hoy han agredido a un miembro del Foro de Ermua. Los catalanes no nacionalistas son constantemente agredidos por esa izquierda separatista y bochornosa. Y somos nosotros los que provocamos miedo. No nos dejamos agredir lo suficiente.

A mí esta izquierda no es que me de miedo. Me da auténtica pena. Y su discurso del miedo, risa.

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