Tuesday, March 13, 2007


Desde mi trinchera liberal: Un editorial del Wall Street Journal.


Así nos ven en el ecterior. Un interesantísmo editorial del Wall Street Journal, traducido al español, publicado el pasado domingo por Matthew Kaminsky.


La herencia española del terror. Tres años después de 3/11, la nación sigue dividida.


POR MATTHEW KAMINSKIDomingo, 11 de marzo de 2007


Madrid -- Cubierto en lona blanca, el monumento que conmemorará los ataques terroristas del 11 de marzo será descubierto mañana en el exterior de la estación de Atocha, en su tercer aniversario. Aunque el diseño exacto es un secreto, se dice que la alta estructura de cristal reflejará la luz en diferentes ángulos en un estético tributo a las 191 vidas extinguidas ese día.


Estará fuera de lugar en España. Las consecuencias del 11M (“once eme”, como ese día se conoce en español) han sido de todo menos buenas. Si América se unió a continuación del 11 de septiembre, España se dividió bruscamente en dos sectarias tendencias poco después de las bombas en los trenes de cercanías. Las elecciones pivotaron del partido gobernante y favorito de centro-derecha, el Partido Popular, de cuyo apoyo a la guerra de Irak fueron pronto acusados por la izquierda por incitar al terrorismo, en beneficio de los socialistas antiamericanos. Los arquitectos islamistas no habrían podido esperar un resultado mejor cuando atacaron tres días antes del día de las elecciones. Pero esos traumáticos acontecimientos han sido seguidos por otros, cambiando el curso de la historia española de forma que nadie entonces podía imaginar.


La herencia emocional del 11M se podía apreciar en toda su magnitud un día antes de la sobria ceremonia de hoy. Se esperaba que un enfadado millón o más de personas marcharan ayer en Madrid contra la tibia postura del gobierno hacia el terrorismo local. Hace una quincena, el primer ministro José Luis Rodríguez Zapatero permitió que un terrorista vasco de ETA cumpliera el resto de su condena en casa. José Ignacio De Juana Chaos, condenado por el asesinato de 25 personas inocentes, había estado en huelga de hambre.


Su liberación por "razones humanitarias" fue, para los críticos, solamente el último ultraje de Zapatero. El gobierno abrió el año pasado "conversaciones de paz" con ETA; el primer ministro mantenía la esperanza de un acuerdo con el grupo terrorista incluso después de que ETA terminara su "alto el fuego" y volara por los aires el parking del aeropuerto de Madrid a últimos de diciembre, matando a dos personas.


El primer ministro anterior José María Aznar, que no se presentó a la reelección después de concluir dos mandatos, dice que el gobierno de Zapatero premió la apuesta de los terroristas de Madrid tras retirar inmediatamente las tropas españolas de Iraq nada más ocupar el cargo, y que apaciguó a los terroristas de ETA cortejándolos. Mientras la retirada de Iraq era "un acto de cobardía", el Sr. Aznar dice que el caso de De Juana Chaos "refleja un comportamiento cobarde e indigno". Un asunto serio que va más allá de los típicos escarceos partidistas de las democracias. Los socialistas responden que los aznaristas son hipócritas ya que también liberaron presos de ETA en su día (el Sr. Zapatero ha declinado las peticiones de ser entrevistado por este diario).


Hay más. El gobierno de Zapatero ha animado a Cataluña, al País Vasco y a otras regiones en este estado altamente descentralizado, a que busquen nuevos repartos de poder autonómico que cuestionan el orden constitucional actual, y pueden suponer los primeros peldaños hacia la posible desmembración de España.


Y para completar el cuadro de un estado dividido, las heridas de la horrible Guerra Civil Española de 1936 a 1939 y de las cuatro décadas posteriores de dictadura de General Franco, que la mayoría de la gente asumía curadas hacía mucho tiempo, han sido reabiertas de cuajo por el Sr. Zapatero. En una ruptura de las reglas de gobiernos socialistas anteriores, él mezcla abiertamente la política y la historia. Las ya oxidadas estatuas de la era de Franco son derribadas ceremonialmente. La Iglesia y la denominada burguesía (los enemigos de la divisora segunda república de 1931-36) están bajo asedio. Cualquier persona a la derecha es, implícito en el mismo término a menudo, un fascista.


Desde que Sr. Zapatero tomó el poder -- en realidad, desde que estallaron las bombas - "hemos visto la re-aparición de las dos Españas," dice Hermann Tertsch, un veterano corresponsal de el El Pais, un diario madrileño de tendencia socialista. "Hay mucha, mucha tensión," agrega el Sr. Tertsch, "cercana a la confrontación real". ¿Violenta? "cualquier cosa puede suceder", dice, "cualquier cosa". “El consenso bipartidista postfranquista está roto", dice el Sr. Aznar. El peligro: "la balcanización del país", afirma. "¿Qué necesidad había de hacer todo esto?", se pregunta el Sr. Aznar al discutir las políticas de su opositor político. "¿Por qué? -- ¿por qué arriesgarlo todo cuando las cosas iban tan bien?".


En una de las economías más dinámicas y de democracia más exitosa de Europa, estas palabras podrían tacharse a primera vista de exageración. Pero no son solamente los partidarios anti-Zapatero los que expresan estas ansiedades, tal como refleja últimamente el daño serio que el terrorismo ha hecho a la confianza de los españoles y a sus instituciones. "Los ataques han demostrado que la idea de que la transición española había acabado era errónea," dice Eduardo Nolla, un analista político.


Que estas graves tensiones en una nación tan antigua como España sean el resultado directo de sólo una docena de hombres, en su mayoría marroquíes, que obtenían ingresos de la venta de hachís y un sistema de bombas caseras, es difícil de aceptar. Así que las teorías conspirativas abundan. Una masa de españoles cree que ETA estuvo implicada de alguna manera en los ataques. O los servicios secretos de Marruecos; Rabat, después de todo, consiguió un nuevo gobierno en Madrid bastante más de su agrado. O que fue un Golpe de Estado izquierdista. En las encuestas, un tercio de los españoles rechaza la versión oficial: que un grupo al estilo de Al Qaeda preparase el 11M por su cuenta.


Explicaciones más inocentes son aquellas que apuntan a que oscuras maniobras policiales obstaculizaron la investigación y han hecho a los españoles conjeturar sobre los verdaderos culpables. Los políticos no están ayudando. Hace dos años, una investigación de los dos principales partidos políticos se tornó en un fiasco cuando ambos partidos principales intentaron manipular las conclusiones en su propio beneficio.


La presencia dominante en esta tambaleante España es la del líder, el Sr. Zapatero. Con un mediocre currículum académico y político, poca experiencia exterior y ningún idioma extranjero (un hombre que ni los socialistas esperaban que ganase) fue descalificado ya una vez como "presidente por accidente". Con las crecientes tensiones actuales de la política española, el país no puede permitirse ningún accidente más.


El Sr. Kaminski es redactor editorial del “Wall Street Journal Europe”.

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